martes, 21 de agosto de 2012

NO ES NECESARIO EXAGERAR



 El Instituto Cultural de Providencia ofrece una exposición del buen pintor ruso Boris Grigoriev (1986-1939) quien visitó Chile en 1928.   La exposición bien vale una visita.  Hasta ahí, todo bien. 

Sin embargo, los organizadores tenían que hacer más bombo que el merecido.  La comuna de Providencia está repleta de letreros que proclaman a Grigoriev como uno de los grandes del arte ruso.  Alrededor de su nombre se hallan impresos, en letras más pequeñas,  los de Dostoievski, Tolstoy, Shostakovich, Kandinsky y muchos otros de ese calado. Evidentemente, una exageración.

Boris Grigoriev no es un pintor del siglo XX de primer nivel.  Nada hay de desdoroso en ello.  La idea misma de cumbre no es concebible sin pensar en una enorme masa montañosa sobre la cual ésta se eleva.  Por ejemplo,  Johan Sebastian Bach representa una indudable cumbre suprema en la historia de la música.  En cambio, sus contemporáneos Francesco Geminiani  o Georg Muffat son de segundo orden.
  
Sin embargo, la tendencia a presentar a los artistas extranjeros con más brillo que el que irradian es bastante frecuente en países periféricos como el nuestro.   Hemos tenido grandes exposiciones de nivel internacional, aunque muy contadas.  Ninguna como la célebre muestra “De Cèzanne a Miró”, de 1968.  Desde entonces, casi todas las mejores exposiciones de arte que viajan a Sudamérica se detienen en Brasil o Argentina, o bien llegan a Chile recortadas, esto es, sin un número significativo de obras maestras, las cuales, luego de alcanzar nuestros países vecinos, se regresan.   Ello es así porque a  medida que el precio del arte de primer nivel se desboca, los costos de seguros y fletes se van disparando.  Y nuestro país rara vez puede ofrecer una concurrencia de público que justifique el  gran gasto de traer una exposición de primera.

Grigoriev fue un muy buen pintor derivativo;  esto es, transitó –  con sello propio, sí – por los surcos abiertos por otros.   En su caso, a través de la ruta inaugurada por Cèzanne y por el expresionismo posterior a la Primera Guerra Mundial.

El sitio web  de la Municipalidad de Providencia destaca también el alto precio que han alcanzado en las casas internacionales de remate las obras del pintor ruso.  Eso también es relativo y  si vamos a tomarlo como un índice de calidad, no se compara con el precio de los artistas más cotizados.  Resulta que varias obras de Grigoriev han bordeado últimamente el millón de dólares y algunas superaron esta cifra, en circunstancias que años atrás se adjudicaban por valores  muchísimo más bajos.  Ello se explica en buena parte por el surgimiento de una casta de super-millonarios rusos ansiosos de comprar a cualquier precio las obras de artistas pre-revolucionarios de su país.  Es lo que ha sucedido con el precio del arte cubano, especialmente el de la época anterior a Castro,  que algunos millonarios exiliados en Miami, o sus hijos,  han hecho ascender hacia la estratósfera en los remates de arte.  Lo propio está ocurriendo con el arte chino.  En comparación con los recientes precios pagados por cuadros de Grigoriev,  no hace mucho, un super-rico ruso desembolsó 33 millones de dólares por “Benefits  Supervisor Sleeping” una pintura de Lucien Freud.  

El carácter único y de símbolo de status  de las más reconocidas obras de arte las hace ascender en el mercado hasta alturas incomprensibles.

En suma, no hace falta exagerar.  La exposición de  Boris Grigoriev  bien vale la pena aunque él esté lejos de ser un Tolstoy, un Shostakovich o un Kandinsky.

sábado, 14 de abril de 2012

TORTURA ROTUNDA


“Yo respeto todas las ideas”, se suele decir. Pues yo y muchos otros, no. El respeto lo merecen la dignidad de las personas que expresan las ideas y su derecho a formularlas, no las ideas mismas. La opinión de que la discriminación racial es legítima me parece despreciable y la conclusión de que dos más dos son cinco, es directamente estúpida. Es cierto que muchas ideas que parecían absurdas en su momento terminaron por ser sustentadas por la ciencia y aceptadas generalmente. Por ello, es preferible sufrir la circulación de opiniones absurdas a restringir la libertad de expresión y privarnos del progreso del conocimiento.

Como prueba de la tolerancia a la libre circulación de ideas, comprobamos en Internet que todavía existe en Gran Bretaña la Flat Earth Society (Sociedad de la Tierra Plana) con su sitio web y todo. Su más activo dirigente moderno, Charles K. Johnson (1924-2001), solía decir, como supuesta evidencia de sentido común en apoyo de su descabellada teoría, que su mujer era australiana y no caminaba patas para arriba. Es cierto que la “doctrina” de la tierra plana no trata de sustentarse fundamentalmente en ese tipo de risibles argumentos, pero los que enarbola son pura charlatanería seudo-científica.

¿A qué viene todo esto? A lo siguiente: Si Ud. entrevistara a un personaje público para un diario, podría, quizás, caracterizarlo como liberal (en oposición, digamos, a conservador o comunista ) y ateo (para significar que niega a Dios) pero ¿tendría sentido decir que cree que la tierra es esférica (o cuasi esférica)? Pues sucede que en una entrevista al reconocido intelectual Alvaro Fischer, publicada en El Mercurio del sábado 7 de enero DE 2012, se lo define como liberal, ateo y …¡darwiniano! Con esto último se implica no que él afirme que todo lo que se dice en “El Origen de las Especies”, de Charles Darwin, publicado en 1859, mantiene plena vigencia, sino que él reconoce los postulados básicos de la rama de la ciencia conocida como biología evolutiva, que fue fundamentada por Darwin (aunque, como tantas teorías científicas, tuvo precedentes).

Calificar de “darwiniano” a una persona inteligente me parece, en el mejor de los casos, redundante y, en el peor, ofensivo. ¿Es que hoy día algún científico que no sea auto-proclamado como tal, sostiene que el mundo tiene poco más de seis mil años de antigüedad y que todas las criaturas que pueblan la tierra fueron creadas en breves días, simultáneamente? Como se sabe, uno de los países que practica en mayor grado la libertad de expresión, los Estados Unidos, tiene una historia tanto de grandes descubrimientos e innovadoras ideas, como de un ancho caudal de supersticiones y supercherías. Célebre fue el llamado “Juicio del Mono” que tuvo lugar en el Estado de Tenessee, en 1925. Un profesor fue multado por violar una ley de ese estado que prohibía "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la Divina Creación del hombre tal como se encuentra explicada en la Biblia, y reemplazarla por la enseñanza de que el hombre desciende de un orden de animales inferiores." Una famosa película, “Heredarás el Viento”, inmortalizó ese vergonzoso proceso. Pues bien, debido al ascenso del fundamentalismo evangélico en los Estados Unidos, recientemente, durante el gobierno de George W. Bush se comenzó a proponer que la enseñanza del “diseño inteligente” (creacionismo versión 2:0) debiera tener igual tiempo en las escuelas que la de la teoría de la evolución. ¿Cuál sería hoy la diferencia de pedir igual tiempo para la enseñanza de las teorías de la tierra plana en las escuelas?

En suma: las opiniones estúpidas son audaces. - “¡Ud. me está diciendo estúpido!”. – “No; dije que su opinión lo es” – “¡Es lo mismo!”. - “Esa conclusión es suya”.

lunes, 12 de septiembre de 2011

VIOLETA


Fui a ver "Violeta se fue a los cielos", la más reciente película de Andrés Wood, con expectativas encontradas. He aprendido a admirar in crescendo a este destacable cineasta nacional. Lo he sentido progresar, a grandes pasos, desde "Historias de Fútbol", pasando por "Machuca", hasta la notable "La Buena Vida". Este último fue el primer filme chileno que he terminado de ver sin haber sentido que algún elemento básico del arte del cine (el libreto, el casting, la dirección de actores, el trabajo de cámara o la ilación narrativa) no funcionó debidamente.

Ahora, partiendo de la base de que Wood habría madurado aún más como cineasta, mis expectativas aumentaron y crecieron todavía más luego de saber del fervoroso entusiasmo con que el público recibió esta película sobre uno de los principales íconos culturales de nuestro país. Por otra parte, había leído las reservas del crítico Ascanio Cavallo, cuya opinión respeto, y conocido otras reticencias que abrigaban un par de cineastas.

Bueno; luego de ver el filme debo decir que me sumo al coro de los fervorosos entusiastas. En cuanto a mera calidad cinematográfica, "Violeta se fue a los cielos" me parece superior a la gran mayoría de las películas biográficas que se han realizado a lo largo de la historia del cine, en Hollywood o en Europa. El libreto es creativo pero severamente fiel a los hechos. La narración - no lineal - es eficaz y económica: entrecruza coherentemente las distintas hebras de la trama, con breves flashbacks e intercalaciones de escenas de una entrevista a Violeta Parra. El casting y las actuaciones no podrían ser mejores, muy en especial la representación de Francisca Gavilán, que encarna a Violeta. La fotografía es excelente. Incluso las breves y necesarias escenas de sexo son especialmente logradas, sin efectismos ni disimulos falsamente pudorosos, retratando con convicción a una mujer fieramente apasionada que, parafraseando a Otelo, amó no sensatamente sino demasiado.

Mucho de esto lo reconocen quienes mantienen reticencias sobre esta obra. Objetan, sin embargo – Cavallo – lo que advierten como una cierta "insinceridad" del realizador, un cierto sesgo (si lo entendí bien) ideológico y simplista, sea en el plano de las posiciones políticas o del concepto prevaleciente de la maternidad.

Discrepo. Violeta Parra debió dar cauce a su creatividad entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado, venciéndose a sí misma y a circunstancias políticas, económicas y culturales poderosamente adversas. En ese proceso se hizo áspera, como la higuera del poema aquel, y desafiante, aunque sin perder su esencial vulnerabilidad. Todo ello, inclusive las rigideces políticas de ese tiempo, está magistralmente tratado en el filme e interpretado con convincente verosimilitud por
Francisca Gavilán.

En la lucha por el reconocimiento de la dignidad de cada cual como persona y por la superación de toda forma de discriminación, hay ejemplos pioneros, como el de Violeta Parra, que dejan plantado un hito, un ejemplo, un "sí, se puede, pese a todo" (y ese "pese a todo" puede ser la misma muerte) que seguirá fertilizando nuevos avances hasta mucho después, aunque sea gradual y fragmentariamente. Como toda hija de su tiempo, por muy individual y genial que haya sido, Violeta fue marcada por las limitantes de la época en que le tocó vivir, las que le impusieron costos a veces intolerables y ante las cuales incluso cayó en contradicciones y claudicaciones. Pero en el gran esquema de las cosas, su vida fue ejemplar y heroica. Y no creo que ninguna otra obra o filme hubiera podido retratarla de modo tan respetuoso, decidor, bello y doliente como esta gran, gran película de Andrés Wood.

domingo, 21 de agosto de 2011

LOS ARCHIVOS DEL CARDENAL


Ya antes de estrenarse, Los Archivos del Cardenal provocó disputas, incluso al interior del mundo de la derecha; algunos personeros de ese sector manifestaron aprensiones y otros defendieron la necesidad de que la televisión aborde temas de alta relevancia ética.

Ahora que se ha exhibido el primer capítulo debo, antes de comentarlo, declarar que soy miembro del directorio TVN, canal que produjo esta serie. Sin embargo, escribo como alguien a quien tocó vivir de cerca la experiencia de defensa de los derechos humanos.

Comienzo por recordar cuán desafiante es hacer obras de ficción de alcance masivo sobre tragedias reales. Esto se ha intentado con éxito anteriormente. Maus, el libro de comics de Art Spiegelman que narra el Holocausto en imágenes donde los judíos son ratones y los alemanes, gatos, es el ejemplo más célebre de creativa superación de tal desafío. Su secreto consistió en una fidelidad básica con los hechos históricos, el uso de un medio de expresión capaz de llegar al gran público y una recreación del clima de zozobra de la época. Guardando las proporciones sobre los sucesos que evocan, creo que estas son, precisamente, las razones que hacen de Los Archivos del Cardenal una gran serie de televisión.

Por supuesto, no basta una buena idea para hacer ficción de calidad. Hace falta, además, una inteligente y rigurosa realización. El libreto de esta serie es fiel a lo acontecido y certero en lo que tiene de invención. Daniela Ramírez, la protagonista, posee esa rara capacidad actoral de comunicar un complejo de emociones (fragilidad, indignación, temor, determinación) con su mera presencia. La reproducción de época es impecable. La trama misma, si bien incorpora lo indispensable para alcanzar un amplio público, carece de truculencias.

Unas palabras sobre los alcances más profundos de este estreno de TVN: Desde hace 20 años en nuestro país se esgrime la idea de “reconciliación nacional”. Puede ser discutible si alguna vez hemos estado plenamente “conciliados”, dado que nuestra nuestra historia social está tachonada de inequidades. Sin perjuicio de ello, como se sabe, nuestra convivencia llegó, décadas atrás, a una polarización política extrema. La resolución de la crisis fue seguida de graves violaciones de los derechos humanos. Así miradas las cosas, la reconciliación consistiría en profesar que, no obstante nuestras diferencias, todos somos titulares de derechos fundamentales y que los contrincantes políticos son adversarios, no enemigos.

Reconocer el pasado es un paso esencial en esta dirección. El propósito es reafirmar los valores transgredidos y la dignidad humana de toda persona, no validar las ideas de las víctimas ni de nadie. Significativamente, el acto de lanzamiento de esta serie, la semana pasada, congregó a don Patricio Aylwin, personeros del gobierno y de la oposición, activistas de derechos humanos y miembros de las Fuerzas Armadas. Monseñor Cristián Precht dijo en esa ocasión que la solidaridad es el puente entre el horror y la esperanza. Por esa razón, esta serie de TVN, inspirada en la Vicaría de la Solidaridad, promete nuevos avances hacia una genuina reconciliación nacional.

martes, 8 de marzo de 2011

EL CISNE NEGRO: LA MALDITA PERFECCION


¿Cuándo comenzó a cambiar la idea de perfección en nuestra cultura occidental? Por largos siglos ésta fue concebida como la realización cabal de nuestro potencial para el bien. El mandato evangélico - para quienes son creyentes - de ser perfectos como lo es el "Padre Celestial" parece inalcanzable, pero el sentido de esa máxima es que la vara no solamente está puesta a gran altura, sino que su elevación es ilimitada.

El tema de la oposición entre el mal y el bien, que ha sido clave en la historia de la cultura occidental, mantuvo y reforzó, a lo largo de los siglos, este concepto de perfección, enfatizando solamente lo arduo de la lucha para hacerlo realidad.

En tiempos recientes, esta noción comenzó a cambiar. Determinar cuándo y cómo es labor de eruditos y yo no lo soy. Presumo, como mero lector y espectador, que algunos de los factores que han influido en ello han sido la asimilación, por el grueso público, de algunas nociones de sicología así como del misticismo oriental (todo ello digerido a medias, eso sí).

El cine de las últimas décadas se ha hecho eco de estos desarrollos y, a la vez, los ha impulsado. Desde los primeros ejemplos del personaje del villano – sea un gángster u otro tipo de marginado - como héroe, a la manera de la saga de El Padrino, hasta la más completa adopción de la dualidad bien/mal, como es el caso de Luke Skywaker y Darth Vader, ha pasado mucha agua bajo el puente.

El filme Cisne Negro, de Darren Aronofsky, protagonizado por Natalie Portman, representa un punto alto en esta tendencia ascendente. Para dramatizar el camino extenuante y pedregoso hacia la perfección, se escogió el ballet, disciplina física y artística exigente hasta el extremo del sacrificio. Para representar la dualidad/integridad de lo luminoso y lo tenebroso se presenta la idea de los dos cisnes, el blanco y el negro, del ballet El Lago de los Cisnes, de Tchaikowski, el más conocido del repertorio clásico. En este ballet, el personaje Odette es la candorosa reina de los cisnes y Odile, la siniestra fuerza del mal y la tentación. En la película se hace gran caudal del hecho de que se exija a Nina (Natalie Portman) representar los dos papeles, aunque en la realidad una sola ballerina suele interpretar ambos.

Planteada así las cosas, esta película podría haberse deslizado por la pendiente del bodrio y el cliché. En cambio, adquiere notable fuerza dramática debido a la portentosa actuación de Natalie Portman. Desde su aparición en El Perfecto Asesino, en 1994, en el papel de una perturbadoramente bella muchachita que deambula por las calles, protegida por un profesional del crimen, su carrera como actriz ha estado en constante ascenso y a partir de este filme se elevará en escarpada vertical.

En nuestras tradiciones culturales, un médico o un abogado pueden hallarse en la media de la escala de rendimiento y aun así no les irá mal ni se los tendrá en baja estima. Para un artista, en cambio, lo que no es la suprema cumbre se toma como un fracaso o, al menos, como una insoportable medianía. En Cisne Negro, Natalie Portman encarna la vulnerabilidad extrema y las cien represiones y temores que asociamos a la idea de una disciplina artística de la máxima exigencia. Todo se sacrifica en aras de la perfección, hasta el extremo de las laceraciones. Pero, ¡un momento!, nos dice el filme: ya no la perfección de la luz y la inocencia del cisne blanco, sino que la plena unión de la claridad y las tinieblas, de la fría castidad y las más desenfrenadas pasiones.

El tema y su popularidad actual se prestan para manipulaciones, las que no faltan en este filme. Pero en definitiva es redimido por una actuación cuasi perfecta de Natalie Portman, en todas las acepciones de la palabra perfección.

jueves, 10 de febrero de 2011

LECTURAS PARA VACACIONES


Aunque acostumbro a ir a la costa en febrero, no soy veraneante de agua, sol y arena. Me confieso de aquellos que entienden que las vacaciones son para dormir, leer, mirar el mar, comer y caminar, en ese orden.

Ahora, en cuanto a tecnología, no le hago ni al Facebook ni al Twitter, pero me pasé a los e-books a través de un Kindle, lo que significa que ya no empaco libros, salvo los que se publican únicamente en forma impresa.

A continuación van algunas recomendaciones de lecturas para vacaciones. Son, por supuesto, enteramente subjetivas. Si alguien postea en este blog otras recomendaciones, tanto mejor.

En cuanto a novelas, me declaro fan irredento de Philip Roth quien en su última entrega, Némesis, vuelve a estar en plena forma, luego de haber experimentado con resultados inciertos en la obra anterior, Humillación. A estas alturas, Némesis, debería estar traducida al castellano.

Hay dos recientes novelas chilenas que valen realmente la pena. La primera es La Vida Doble, de Arturo Fontaine. El autor hizo un trabajo extraordinario de investigación para preparar este libro que se inspira en el caso de las militantes del MIR que se volvieron colaboradoras de la DINA. El terreno azaroso de la lealtad y la traición, la flaqueza frente al temor y el dolor extremos y los mil recovecos de eso que llamamos identidad, es tratado por el autor con rigor y sutileza. En cuanto al arte de escribir, ésta puede muy bien ser su mejor novela.

Otra notable novela chilena reciente es Las Muertes Paralelas, el quinto libro de Sergio Missana, a quien se le conoce bien en los círculos de lectores chilenos y más aún en el de los de México, país donde ha publicado sus últimas narraciones. Esta es una obra que no habría desdeñado escribir Jorge Luis Borges, si se hubiera decidido a producir una novela. Bueno, el autor se doctoró en literatura en Stanford con una tesis sobre Borges… En Las Muertes Paralelas, Sergio Missana se adentra en el tema de la identidad y la posibilidad de ser más de uno, simultánea o alternadamente. Los personajes y situaciones son convincentes en sus mil facetas. La prosa es clara. El ritmo de la narración del conjunto de la novela y de los distintos episodios es impecable.

Para los amantes de los cuentos, hay en nuestras librerías buenas antologías de los maestros de la narración breve: Antón Chéjov, Edgar Alan Poe, Raymond Carver o Julio Cortázar.

En cuanto a textos de historia, los cuadernillos especializados de la colección AKAL Historia del Mundo Contemporáneo, no son muy fáciles de hallar. Pero si encuentra uno o varios, se trata de breviarios imperdibles de unas 50 o 60 páginas sobre distintos periodos, episodios o movimientos de la historia de los últimos dos siglos.

Si lee gusta leer poesía y no conoce todavía a obra de Wislawa Szymborska, hay varias antologías disponibles en español. También se pueden encontrar los Poemas Canónicos de Constantino Cavafis.

Vacilo un poco antes de recomendar libros en inglés, por ese prurito nuestro de no parecer pedantes. Pero en todo caso la serie de publicaciones A Very Short Introduction, de Oxford University Press ha sido para mí un verdadero hallazgo. Ya han salido unos cien títulos, cada uno de poco más de cien páginas en formato bien pequeño. En cada volumen, un experto entrega, clara y ordenadamente, lo esencial sobre un tema determinado. Entre muchos otros ejemplos: El Imperio Romano, Buda, Freud, El Anarquismo, Kant, Los Derechos de los Animales, El Cerebro o la Guerra Fría. Sin matarse leyendo, en un par de semanas de vacaciones se puede despachar una media docena. ¡Buen provecho!

lunes, 7 de febrero de 2011

NEMESIS: LA ULTIMA NOVELA DE PHILIP ROTH


Cada año, desde 2006, Philip Roth, ha publicado una novela breve. La quinta, “Némesis”, acaba de aparecer. En “Sale el Espectro”, de 2007, el autor se despidió de su alter ego, Nathan Zuckerman. Las otras cuatro de las últimas narraciones cortas han sido consideradas por muchos lectores y críticos como un ciclo crepuscular sobre el tema de la muerte.

Creo que esa mirada es acertada. Una vez alguien preguntó a Roth, quien no bien termina una novela, ya está empezando otra: “¿Sobre qué estás escribiendo ahora?”. El habría contestado: “Lo de siempre: muerte y sexo”. En nuestra morbosa cultura occidental, Roth se hizo famoso por su tratamiento descarnado de la sexualidad. Próximo a cumplir 78 años, y luego de haber producido 29 novelas, cinco o seis de las cuales se hallan entre las mejores que han sido escritas en inglés en los últimos cincuenta años, en más recientes obras, aunque el sexo nunca está ausente, el tema dominante es la muerte.

El personaje principal de la novela “Elegía” (mala traducción de “Everyman”), que se lanzó en 2006, va dando trastabillones hacia la muerte, de enfermedad en enfermedad, asediado por sus achaques y su decadencia. Descarnadamente, Roth sostiene que “la vejez no es una batalla; es una masacre”. En “Indignación” (2008), la muerte se presenta como el riesgo de que un joven universitario sea enviado a la guerra a consecuencias de una rebeldía justa e incontenible. En “La Humillación” (2009), la penúltima de sus novelas, un artista viejo, abandonado por su talento, se encara a la opción de terminar su vida por su propia mano, luego de sumergirse en insólitas licencias.

Llegamos, finalmente, a “Némesis”, recién aparecida. El título es el nombre de la diosa griega de la retribución y la venganza. Esta vez, la muerte toma la forma de una peste implacable que golpeaba sobre todo a niños y adolescentes, dejando inválidos a quienes no mataba. Es la llamada parálisis infantil o poliomelitis, que fue la gran amenaza, junto con la guerra y la bomba atómica, en los años previos al descubrimiento de la vacuna Salk.

En la primera parte de la novela, Roth sitúa la acción en, 1944, en el barrio Weequahic, la sección judía de su Newark natal. Las Fuerzas Aliadas ya han invadido Europa y luchan contra una feroz resistencia nazi. Bucky Cantor, un muchacho atlético, lamenta no haber podido enrolarse para combatir debido a su corta vista. Durante el verano sofocante de ese año trabaja como coordinador de deportes al aire libre para los muchachos del barrio. Uno a uno, éstos van cayendo víctimas de una epidemia de polio. Algunos mueren. La novela continúa en un campo de verano y cierra con una tercera parte que no puede resumirse sin arruinar el suspenso.

Roth es un maestro de la prosa fluida, poseedor de un oído único para escribir diálogos convincentes. Estas destrezas las orienta a la indagación sobre los más agudos dilemas y contradicciones que nos acosan como seres humanos: el sentido de deber de cara a nuestras flaquezas y nuestras comprensibles ansias de seguridad y felicidad; el sentimiento de culpa, que quizás no haya sido un invento de la cultura judía, pero ciertamente ha sido perfeccionado en el seno de esa tradición; la determinación de la voluntad, en oposición a la fatalidad.

No conozco otro escritor vivo más valiente y penetrante. Ahora que la Academia Sueca contrarió las predicciones pesimistas que suscitaban sus decisiones muchas veces incomprensibles y le otorgó finalmente el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, el 2011 debería saldar su deuda más porfiada y sorprendernos a todos concediéndoselo a quien debería haber sido, desde hace largos años, el más previsible galardonado: Philip Roth.