lunes, 5 de julio de 2010

LAS VUVUZELAS Y EL ARGUMENTO CULTURAL


Las campanas repican, las sirenas ululan, las trompetas resuenan, los tambores redoblan o retumban….¿Y las vuvuzelas?. Algunos dirían que zumban, por el masivo e incesante sonido monocorde que genera una infinitud de estos instrumentos en los estadios de Sudáfrica. Sin embargo, no emiten un zumbido parecido al de un enjambre de abejas, sino uno menos urgente y más lerdo, como ronquido de cíclopes, y tan ancho como la muralla china. Otros prefieren comparar el imperturbable resuello de las vuvuzelas con el barritar de una manada de elefantes. No obstante, este último posee al menos una mínima entonación y un sonido que quizás sea más estridente, pero se percibe más redondo; por ello se dice también que estos paquidermos “trompetean.”

La verdad es que las vuvuzelas, bueno… ensordecen. ¿Por qué debería entonces permitirse que esa cortina de ruido atontador sea el omnipresente telón de fondo del actual Mundial de Fútbol? Un dirigente de la FIFA adujo una razón de respeto cultural por lo que algunos califican como una “auténtica experiencia sudafricana” de asistencia a los estadios. De nada valió que se demostrara que la vuvuzela se utiliza en Sudáfrica sólo desde hace aproximadamente veinte años y que probablemente se originó en México, en el Mundial de 1970.

El motivo cultural… En las últimas décadas este argumento ha pasado a ser una carta comodín en el juego de lo políticamente correcto. Que no se malentienda: es claro que propugnar el respeto por la diversidad y, por tanto, por las creencias y costumbres de distintas comunidades, es un avance esencial de cara a un pasado de discriminación sin coto y de desprecio por otras naciones y culturas. Sin embargo, como sucede cuando se rompen las barreras de contención de una práctica represiva inveterada, el péndulo suele oscilar hacia el otro extremo, hasta que se halla, con el tiempo, un equilibrio.

Así, en nombre de la identidad cultural se han llegado a defender castigos extremadamente crueles o la radical exclusión de las mujeres. No pretendo dramatizar mi oposición al uso de las vuvuzelas en competiciones deportivas internacionales. Es cierto que crea grandes contratiempos a los jugadores, comentaristas y jugadores; además, se dice que puede causar disminución auditiva a los infortunados que se encuentran expuestos a su inclemente sonoridad por mucho tiempo. Por supuesto, son efectos nada desdeñables, pero incomparablemente más leves que, por ejemplo, el apedreamiento de adúlteras, que en otras latitudes se ha intentado justificar en nombre de las creencias locales.

El estándar, sea el daño esperable más leve o más grave, debiera ser que una práctica que seriamente afecta el bienestar o derechos de las personas, o bien el desarrollo normal de una actividad internacional, no debiera permitirse en nombre de argumentos culturales, sean éstos reales o hechizos.

En suma, la FIFA debiera prohibir el uso de las vuvuzelas una vez alcanzada la fase de eliminatorias simples.